Lucía Fain
Al comenzar un tratamiento homeopático, muchas veces, no sabemos bien qué esperar. Sí tenemos en claro lo que motivó la consulta, pero no muy bien cómo es que ese medicamento va ayudarnos.
El objetivo es poder ayudar a restablecer el estado de equilibrio, logrando un bienestar de manera integral y progresiva. Es así que los síntomas forman parte de la expresión de un desequilibrio, pudiendo reaparecer en distintos momentos a lo largo del tratamiento con menor intensidad, frecuencia y repercusión.
En este contexto considero que el final de la consulta es una buena oportunidad para explicar aquello que fue surgiendo a partir de las distintas preguntas y sobre qué áreas se buscará que trabaje la medicación más allá del motivo de consulta inicial.
En cuanto a los tiempos de respuesta no son uniformes en todos los individuos, por eso la consulta control se suele espaciar al mes y medio aproximadamente. A veces un poco antes o después según el individuo y su constelación de síntomas. Es allí dónde se reevaluarán los síntomas detectados en la primera consulta y que llevaron a la primera prescripción. Según esta evaluación se decidirá cómo debe continuar dicho tratamiento.
En la misma consulta homeopática a través de un interrogatorio extenso se buscan desequilibrios en las distintas esferas del individuo. Es así que muchas veces luego de terminar las preguntas nos damos cuenta que el motivo de consulta inicial vendría a ser como la punta de un iceberg.
Lo que se debería poder percibir una vez iniciado el tratamiento homeopático, es una mejoría en el sentido general: “me siento mejor”. Esta sensación de mejoría muchas veces se acompaña, de la disminución de los síntomas que motivaron la consulta en su intensidad o su frecuencia. Por ejemplo, un menor número de brotes de alergia, dermatitis, o en la intensidad de los síntomas que acompañan el cuadro.
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